“Tratando de explicar la vida, nos hemos olvidado de aprender de ella y por sobre todo de amarla…”
Julio Olalla
¿Fuiste alguna vez a ver a un médico, un vendedor, una secretaria, un contador, etc? ¿Y te encontraste con… un médico o un vendedor o…? Parecería lógico ¿no?
¿Te pasó alguna vez de sentir que ese encuentro fue especial? Como único, más profundo… Como si en vez de haberte encontrado con, por ejemplo, un médico te hubieras encontrado con una persona, que sabe de medicina o que trabaja como médico. Parece lo mismo, sin embargo no lo es. En un caso ponemos al profesional por delante y la persona, a veces, ni aparece. En el otro caso es la persona, el ser humano, quien aparece en primera instancia, y su rol, circunstancial, lo integra, lo acompaña, pero no lo esconde como ser humano. Y pasan cosas distintas en cada caso…
Parece como que en cierto ámbito hemos “cosificado” a las personas. Decimos el médico, como decimos el auto. El auto sirve para transportarnos, el médico para curarnos. Y hay un cierto sentido de lo humano que se nos pierde, hay un encuentro que no sucede. Nos mantenemos separados desde lo humano, sin contacto real. Y podríamos decir, con toda lógica también, que vamos al médico para que nos cure de determinada dolencia… y no para establecer un encuentro, un contacto desde lo humano. No digo que no. Sólo digo que pasan cosas distintas… y recuerdo, en este momento, la película sobre el Dr. Patch Adams, protagonizada por Robin Willams, como un buen ejemplo donde podemos distinguir entre ambas disposiciones y las posibilidades que nos habilita cada una.
También “cosificamos” nuestras relaciones más cotidianas. El jefe sirve para ordenar, el empleado para trabajar cumpliendo esas órdenes (no por nada hablamos de “Recursos” Humanos…). ¿Y qué pasa con nuestras relaciones más intimas? Nuestros compañeros, amigos, familia…
Hay una posibilidad distinta de encuentro cuando dejo de ver al otro en función de lo que me sirve. Cuando dejo de juzgarlo, pretendiendo que mis juicios son verdades. Cuando lo acepto como un legítimo otro. Cuando me pregunto ¿quién está siendo esta persona en este momento? en vez de decirme “yo ya lo conozco, es así… o asá”. Cuando lo escucho abiertamente, sin pretender saber lo que va a expresar, sin ocuparme en lo que voy a responderle para demostrar mis razones.
Hay una posibilidad distinta de encuentro cuando dejo de defender mi imagen, cuando no pretendo controlar o manipular o tener razón. Cuando me acepto a mí mismo como un legítimo yo. Cuando no busco explicaciones.
Hay una posibilidad distinta de encuentro cuando confío, cuando acepto, cuando me entrego, cuando me intereso por el bienestar del otro.
Seguramente hay una posibilidad distinta de encuentro con alguna persona que está cerca tuyo. Y, tal vez, esta sea una buena oportunidad para producir ese encuentro.
Hacer con otros es una de las posibilidades más poderosas que tenemos los seres humanos, y que nos puede brindar una mayor plenitud. Tanto sea en el ámbito personal, profesional o social.
Hacemos juntos en la relación, a través de conversaciones (verbales, escritas, gestuales) que nos permiten coordinar acciones con otros.
Sin embargo, en esta época de individualismo, pareciera que es cada vez más difícil lograr acuerdos, coordinar acciones, formar una conciencia de sistema (familia, equipo, empresa, nación).
¿Qué conversaciones nos están impidiendo el hacer juntos? ¿Hay confianza en la relación? ¿Actuamos para salvarnos a nosotros mismos? ¿Nos estamos defendiendo de una posible traición? ¿Sabemos pedir lo que necesitamos? ¿Cumplimos con lo prometido? ¿Escuchamos las inquietudes del otro? ¿Somos sinceros en nuestras declaraciones? ¿Acusamos a otros para salvar nuestra imagen? ¿Cómo podemos mejorar nuestra efectividad en el hacer con otros?
Tal vez, estas preguntas nos sirvan para empezar a reflexionar juntos. Tal vez, este cuestionamiento nos permita encontrar nuevas formas de ser en la acción.
Compartir El Mejor Maíz
Un agricultor, cuyo maíz siempre había obtenido el primer premio en la feria del estado, tenía la costumbre de compartir sus mejores semillas de maíz con todos los demás agricultores de la zona.Cuando le preguntaron por qué lo hacía, dijo:
“En realidad es por puro interés. El viento tiene la virtud de trasladar el polen de unos campos a otros. Por eso, si mis vecinos cultivaran un maíz de clase inferior, la polinización rebajaría la calidad de mi propio maíz. Esta es la razón por la que me interesa enormemente que sólo planten el mejor maíz”.
Todo Lo Que Das A Otros
Te Lo Estás Dando A Ti Mismo.
Anthony de Mello
La pregunta más importante
Durante mi segundo semestre en la escuela de enfermería, nuestro profesor nos dio un examen sorpresa. Yo era un estudiante consciente y leí rápidamente todas las preguntas, hasta que leí la ultima:
“¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela?”
Seguramente esto era algún tipo de broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Ella era alta, cabello oscuro, como de cincuenta años, pero, ¿cómo iba yo a saber su nombre? Entregué mi examen, dejando la última pregunta en blanco.
Antes de que terminara la clase, alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la nota del examen. “Absolutamente”, dijo el profesor. “En sus carreras ustedes conocerán muchas personas. Todas son importantes. Ellos merecen su atención y cuidado, aunque solo les sonrían y digan: ‘¡Hola!'”
Nunca olvidé esa lección. También aprendí que su nombre era Dorothy.
de Augusto Ricciardelli
Cuando yo miro la realidad, miro desde mí, desde quien yo sea, desde mi propia forma de ser. Entonces, de alguna manera inmediatamente estoy negando al otro, porque lo proceso a través de mi información particular, que surge de mis experiencias pasadas, de mi formación, incluso de mis datos genéticos. Pero si aprendemos a salir de ese estado de identificación, sin dejarlo pero integrándolo con el otro, cualquiera que sea ese otro, se produce algo mucho más amplio, más abarcador, que es el encuentro. Cuando una persona nace, arranca con todo lo que le viene dado, y se identifica con eso, empieza a actuar desde esa información, y todo lo que esté fuera está de algún modo interferido por esa información, está cuestionado, discutido, filtrado, traducido a través de eso.
Entonces cuesta mucho escuchar al otro, porque además el otro está haciendo lo mismo. Y se establece como una discusión de razones. Es decir, de raciones, o de pedazos de verdad, porque de ahí viene la palabra razón. Y entonces uno dice: no, no pongas eso ahí, eso tiene que ir allá o no creas en eso, mejor cree en esto. Y uno tiene sus motivos, seguramente, pero esos motivos son como una fuente de información limitada. Y de algún modo estas razones, o raciones de verdad, a través de las que uno ve el mundo se constituyen en creencias que nos separan de los demás. Son como una barrera que nos impide entrar en contacto con nuestra verdadera naturaleza, que es amar, crear…
“La victoria pública significa lograr juntos que sucedan cosas que serían imposibles con esfuerzos aislados”.
Stephen Covey
“Una empresa sin equipo de trabajo es como un violín de una sola cuerda: algunas notas pero muy poca música”.
Por Pablo Buol