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Inteligencia, emocional, inteligencia emocional, Emociones, miedo, enojo, autoestima, Daniel Goleman, cursos de inteligencia emocional

cocrear Cuando me enojo...

¿Qué hago? ¿Me perdono? 

El enojo que resuelve

Muchas veces cuando cometemos un error, nuestra primera reacción es enojarnos. Si no cumplimos con nuestras propias expectativas, nos enojamos. Si de pronto nos damos cuenta de que otro logro en poco tiempo lo que a nosotros nos viene llevando tanto tiempo, nos enojamos (qué tonto que soy) A veces nos enojamos levemente, y por segundos… 

 

Otras veces, nuestro enojo ya no es tan leve, y cargamos con él por un tiempo prolongado, sin darnos cuenta que –de algún modo- nos hace presos de un círculo vicioso. ¿Quién puede dar lo mejor de sí cuando lo tratan mal?????  

Hay circunstancias en las que mirando atrás, vemos cómo hemos actuado, y el enojo parece inundarnos. Qué fácil nos resulta hoy criticar al que fuimos ayer, qué fácil, no? -hoy que todo es diferente, hoy que ya estoy en otros zapatos, jajajaj. Quizás sea bueno que aprendamos –y aprehendamos- lo que me enseñó un maestro hace años. Quizás sería bueno que le agradezca a ese ser que fui por sus errores, porque gracias a él soy la persona que soy hoy. Casi nada, no?  

 

A parte de eso, probablemente  sea bueno que me de cuenta de que hice lo mejor que podía hacer, en esas circunstancias, con esa emocionalidad, con lo que sabía y había experimentado en ese momento. Posiblemente sea bueno que me de cuenta que es fácil criticar ahora que el momento ya pasó, porque es  fácil criticar de afuera, aún cuando sólo hayan pasado 5 minutos, la situación ya pasó.  

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Podemos dar lo mejor de nosotros

 

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Y ahora sí retomo la pregunto de los primeros párrafos: ¿Quién puede dar lo mejor de sí cuando lo tratan mal?  …

 

….Yo no!!!! Y es por eso, que digo que nuestro enojo nos atrapa en un círculo vicioso, porque nos mantiene en un espacio de mal-estar desde el cual difícilmente podamos dar lo mejor de nosotros mismos. Es tanto más fácil mirar qué hicimos mal, PERDONARNOS!! Y aprender del error, repararlo si es posible y instruirme viendo de qué modo es mejor accionar la próxima vez. Voy a poder ver a los errores como instancias de aprendizajes. Seguramente que –desde este hábito-obtendré no sólo mejores resultados, sino una vida con mucho más bien-estar.

 

Si aprendo a mirar con amor mis propios errores, seguramente voy a poder mirar con compasión los de otros….

Cada vez creo más firmemente que el mejor espacio de aprendizaje, es desde el amor.  

Hay un gran tema del cual hablar también y es cuando escondemos los errores, en vez de repararlos.  

Un cariño inmenso

Gracias por leerme 

Cristina  

Nota: No hablo de negligencia que es cuando cometo un error a sabiendas de que no es bueno lo que estoy haciendo.  

Ahora después de reflexionar quizás sería bueno preguntarnos: 

¿Cuántas veces nos enojamos con nosotros mismos por haber hecho las cosas mal? ¿Cuánto nos dura el enojo? ¿Para qué nos sirve? ¿Me sirve enojarme conmigo?, ¿Hace falta???? (o hay otras maneras de aprender del error?  

¿Cuál voy a elegir como reacción conmigo mismo/a la próxima vez que yo no cumpla con mis propias expectativas? 

Para pensar la próxima vez que me enoje conmigo: 

¿Qué puedo aprender de esto? ¿Hay un modo en que pueda reparar mi error? ¿Cómo quiero actuar la próxima vez en circunstancias como ésta? ¿Es necesario que pida ayuda para lograrlo? ¿Qué me forme o me ejercite en algo para conseguirlo?  

 

Si quieres compartir tus comentarios sobre el tema de esta newsletter, lo puedes hacer de un modo muy sencillo y rápido

 

Cocrear Argentina - Inteligencia Emocional

¿Qué inteligencia hará

la diferencia en su vida?

La inteligencia del siglo XXI : Inteligencia Emocional

Las personas son normalmente contratadas por su curriculum y a partir de ahí son evaluadas
por sus habilidades para liderar, comunicar y establecer relaciones interpersonales sólidas y duraderas.

Inteligencia Emocional

Habilidades para liderarnos a nosotros mismos

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HABILIDADES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

  • Conciencia de sí mismo. Es la capacidad de saber lo que se siente en cada momento, de reconocer las propias preferencias y guiar según éstas la toma de decisiones, teniendo en cuenta las capacidades de la propia persona y confiando en ella.

  • Autorregulación. Consiste en manejar las emociones para que faciliten la tarea que se está llevando a cabo y no interfieran en ella. También hace referencia a ser capaces de recuperarse rápidamente del estrés emocional.

  • Motivación. Se trata de perseguir los objetivos de la propia persona teniendo en cuenta las preferencias de ésta, ayudando a tomar iniciativas, ser eficaces, y seguir adelante a pesar de los contratiempos y frustraciones que se puedan presentar.

  • Empatía. Hace referencia a darse cuenta de lo que sienten las demás personas, ser capaces de empatizar con ellas y cultivar las relaciones con una amplia diversidad de personas.

  • Habilidades sociales. Ayudan a manejar con éxito las emociones en las relaciones, interpretando de manera adecuada las situaciones y relaciones sociales, haciendo que se interactúe positivamente con los demás

Curso de Inteligencia Emocional

Modalidad Virtual y Presencial

Ya comienza el curso de Inteligencia Emocional

Inicio: 13 de Abril

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Inteligencia

Los exámenes utilizados para determinar el Coeficiente Intelectual se enfocan exclusivamente en la inteligencia intelectual o académica, sin considerar para nada la inteligencia emocional. Sin embargo, el coeficiente de inteligencia emocional (ce) parece ser mucho más significativo que el CI para predecir el éxito y la satisfacción en la vida de una persona. El estudio de la madurez emocional ha recibido mucha menos atención que el de la intelectual. Por eso, existen medidas estandarizadas que permiten revelar el segundo mucho más fácilmente que el primero.

Lo primero que necesitamos es corregir esta confusión entre lo mensurable (el intelecto) y lo importante (la emoción). Para ello es necesario definir, en primer lugar, "intelecto", "emoción" e "inteligencia".
Intelecto es el aspecto de la mente que se refiere a los procesos cognoscitivos tales como la memoria, la imaginación, la conceptualización, el razonamiento, la comprensión (lógica) y la evaluación (racional).
Emoción, es un estado sistémico de la persona que incluye aspectos fisiológicos, mentales, impulsivos y de comportamiento.
Inteligencia es la capacidad para distinguir elementos en cierto dominio y operar de manera efectiva en base a tales distinciones. Por ejemplo, quien puede distinguir entre interés simple y compuesto, es financieramente más inteligente que quien no puede hacerlo. La inteligencia le permite al primero evaluar proyectos de inversión en forma más efectiva.
Inteligencia emocional, de acuerdo con la definición de Daniel Goleman, es "la capacidad de reconocer nuestras propias emociones, para auto-motivarnos y administrar las emociones dentro de nosotros y en nuestras relaciones". La inteligencia emocional es la "habilidad para controlar y regular las emociones y usarlas para guiar el pensamiento y la acción".
El modelo de inteligencia emocional se basa en cinco competencias emocionales básicas, aplicables a uno mismo y a los demás: conciencia, aceptación, regulación, análisis y expresión.

Placer y dolor

Cada emoción ocurre como un polo del eje "placer-dolor". No hay emociones buenas o malas: cualquier emoción puede ser una oportunidad de crecimiento y cualquier emoción puede ser una fuente de sufrimiento. La felicidad y la efectividad en la vida no dependen tanto de la emoción concreta que se experimente, como de la capacidad que se tenga para laborar esa emoción con inteligencia. La gente habla, sin embargo, de emociones buenas y malas. Es así porque los humanos, al igual que el resto de los seres vivos, tenemos un apego instintivo al placer y una aversión instintiva al dolor. Pero, como descubre todo pez enganchado en el anzuelo, el placer momentáneo de comerse la lombriz no lo conduce a su supervivencia. De la misma forma, a veces las emociones más dulces pueden atrapar a la persona en los estados de ánimo negativos más terribles.

Cuando uno honra cualquier emoción, placentera o dolorosa, en el fondo se está honrando a sí mismo. Cuando rechaza cualquier emoción, uno se rechaza a sí mismo. Al respetar las emociones, se abre la posibilidad de vivir con intensidad; al rechazar las emociones (generalmente por miedo a la pérdida, el dolor y el sufrimiento), se cierra la posibilidad de vivir con pasión. Quien quiere evitar sentir intensa pena, deberá restringirse a no sentir intenso amor y quedará entonces condenado a no sentir intensa alegría.

Dolor y sufrimiento

 

La incapacidad de aceptar el dolor es la base de la represión y la inconciencia emocional. Dado que el riesgo es una condición fundamental de la existencia, es imposible no experimentar emociones como el miedo o la tristeza. La única manera de no sentirlas es desterrarlas de la conciencia. Pero los pensamientos y sentimientos inconscientes son como una infección interna: invisibles y letales. La inconciencia emocional se manifiesta de dos formas: frialdad estoica (el robot) o explosión pasional (la bomba).
A pesar de parecer opuestos, estos dos patrones de comportamiento son parte del mismo sistema. Al igual que una caldera sin válvula de escape, el estoico acumula presión hasta cruzar la "línea de peligro"; en ese momento se produce la explosión, o la implosión. Pasada la crisis, el estoico se siente avergonzado y generalmente se compromete aún más a mantenerse férreamente apartado de las emociones. Lo que el estoico (al igual que el alcohólico o el drogadicto) no comprende es que es imposible no sentir lo que uno siente; la única opción es trabajar con las emociones o desterrarlas de la conciencia. Esta segunda posibilidad es la que reinicia el ciclo de represión-explosión-represión.
La forma de evitar el sufrimiento y mantener un control saludable sobre las emociones es darle la bienvenida al dolor. En vez de defenderse de él, uno puede aceptarlo, sabiendo que es una fuente de aprendizaje y expansión de la vida, para aquellos que saben recibirlo honorablemente.

Si deseas puedes dejar tu comentario aquí

 

 

Curso de Inteligencia Emocional

Curso Presencial de Inteligencia Emocional

Inicio:Lunes 13 de Abril / Segundo inicio: Lunes 20 de Abril

Horarios: Lunes de 19 hs 21,30 hs

Duración 4 encuentros

Consulte Aquí

Objetivos del Curso

 

La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones de la vida cotidiana, desarrollar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que nos brindará más posibilidades de desarrollo profesional y personal.
   

curso-inteligencia-emocional

El objetivo de este entrenamiento es desarrollar las competencias emocionales y relacionales, de acción y reflexión de los participantes, a fin de lograr una mayor efectividad en el logro de los objetivos personales y organizacionales, orientados a desarrollar las actitudes y habilidades que permitan:

    • Reconocer las propias emociones: Como clave para intervenir en las mismas y desarrollar actitudes más efectivas.
    • Distinguir entre emociones y estados de ánimo: A fin de establecer distintas estrategias de intervención, según sea el caso.
    • Intervención en el mundo emocional: Aprender a regular  y manejar las emociones, como un modo de adecuar las mismas a las circunstancias que nos tocan vivir.
    • Reconocer las emociones de los demás: Pudiendo de este modo desarrollar la empatía y mejorar las relaciones interpersonales

     

 

Inteligencia emocional Y Emociones

La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. El término fue popularizado por Daniel Goleman, con su célebre libro: Emotional Intelligence, publicado en 1995. Goleman estima que la inteligencia emocional se puede organizar en cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación, y manejar las relaciones.

El uso más lejano de un concepto similar al de inteligencia emocional se remontan a Darwin, que indicó en sus trabajos la importancia de la expresión emocional para la supervivencia y la adaptación. Aunque las definiciones tradicionales de inteligencia hacen hincapié en los aspectos cognitivos, tales como la memoria y la capacidad de resolver problemas, varios influyentes investigadores en el ámbito del estudio de la inteligencia comienzan a reconocer la importancia de la ausencia de aspectos cognitivos. Thorndike, en 1920, utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad de comprender y motivar a otras personas.[1] David Wechsler en 1940, describe la influencia de factores no intelectivos sobre el comportamiento inteligente, y sostiene, además, que nuestros modelos de inteligencia no serán completos hasta que no puedan describir adecuadamente estos factores.

En 1983, Howard Gardner, en su Teoría de las inteligencias múltiples Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences introdujo la idea de incluir tanto la inteligencia interpersonal (la capacidad para comprender las intenciones, motivaciones y deseos de otras personas) y la inteligencia intrapersonal (la capacidad para comprenderse uno mismo, apreciar los sentimientos, temores y motivaciones propios). Para Gardner, los indicadores de inteligencia, como el CI, no explican plenamente la capacidad cognitiva. Por lo tanto, aunque los nombres dados al concepto han variado, existe una creencia común de que las definiciones tradicionales de inteligencia no dan una explicación exhaustiva de su características.

El primer uso del término inteligencia emocional generalmente es atribuido a Wayne Payne, citado en su tesis doctoral: Un estudio de las emociones: El desarrollo de la inteligencia emocional, de 1985. Sin embargo, el término "inteligencia emocional" había aparecido antes en textos de Leuner (1966). Greenspan también presentó en 1989 un modelo de IE, seguido por Salovey y Mayer (1990) y Goleman (1995).

Como resultado del creciente reconocimiento por parte de los profesionales de la importancia y relevancia de las emociones en los resultados del trabajo, la investigación sobre el tema siguió ganando impulso, pero no fue hasta la publicación del célebre libro de Daniel Goleman: Inteligencia Emocional: ¿Por qué puede importar más que el concepto de cociente intelectual?, que se convirtió en muy popular. Un relevante artículo de Nancy Gibbs en la revista Time, en 1995, del libro de Goleman fue el primer medio de comunicación interesado en la IE. Posteriormente, los artículos de la IE comenzaron a aparecen cada vez con mayor frecuencia a través de una amplia gama de entidades académicas y puntos de venta populares.

 

Emociones

Las emociones son fenómenos psicofisiológicos que representan modos eficaces de adaptación a ciertos cambios de las demandas ambientales.

Psicológicamente, las emociones alteran la atención, hacen subir de rango ciertas conductas en la jerarquía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria. Fisiológicamente, las emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluyendo expresiones faciales, músculos, voz, actividad del SNA y sistema endocrino, a fin de establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo.

Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, impulsándonos hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y alejándonos de otras. Las emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, poseyendo ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas (Levenson).

Emociones

El término emoción viene del latín emotĭo, -ōnis que significa el impulso que induce la acción. En psicología se define como aquel sentimiento o percepción de los elementos y relaciones de la realidad o la imaginación, que se expresa físicamente mediante alguna función fisiológica como reacciones faciales o pulso cardíaco, e incluye reacciones de conducta como la agresividad, el llanto. Las emociones son materia de estudio de la psicología, las neurociencias, y más recientemente la inteligencia artificial. Ver biopsicología de la emoción.

Origen de las emociones

Según Aaron Bande, la necesidad de enfrentar un mundo cambiante y parcialmente impredecible hace necesario que cualquier sistema inteligente (natural o artificial) con motivos múltiples y capacidades limitadas requiera el desarrollo de emociones para sobrevivir. De acuerdo a Linda Davidoff, las emociones se constituyen mediante los mismos componentes subjetivos, fisiológicos y conductuales que expresan la percepción del individuo respecto a su estado mental, su cuerpo y la forma en que interactúa con el entorno, siendo así ¿qué ventajas podría tener un sistema artificial muy complejo, digamos, una planta nuclear, que fuera diseñado para que sus sistemas de control respondieran de forma emotiva? ¿cómo funcionaría un avión de combate emotivo? ¿sería prudente que el sistema de control de un buque petrolero sintiera miedo o enojo? ¿y el sistema de vigilancia de un aeropuerto?, contrario a la creencia popular, las emociones, lejos de ser un obstáculo en la comprensión cabal del universo lo describen con claridad. Las emociones son mecanismos que permiten a la mente describir nuestra cosmovisión, capacitándonos para interaccionar con las personas y las cosas en el medio que describimos como universo. Nuestro consciente no siempre está correctamente nutrido de información como para poder describir nuestra cosmovisión mediante el lenguaje o símbolos. La percepción emocional del entorno nos nutre de información para que, adecuadamente eleve al consciente y sujeta al ego, nos permita el proceso y administración de los recursos disponibles; ese uso personal que hacemos de los recursos nos ofrece una visión diferente del mundo que nos rodea.

Filosofía de las emociones

La descripción de las emociones como casi todos los conceptos relacionados con la conducta y cognición humana está sujeta a la apreciación desde dos puntos de vista naturalmente opuestos. Por un lado, una explicación idealista que se basa en la concepción de un universo infinitamente complejo cuyo entendimiento absoluto solo está en manos de un ser supremo e ideal. En el otro extremo una concepción materialista que describe los fenómenos universales, incluidos aquellos que explican la condición humana, como una consecuencia lógica de la configuración inicial, elemental y simplificada de un universo, que en sus inicios sólo estaba repleto de "voluntad de crear", o sea, energía.

Los idealistas consideran a las emociones como un legado divino cuyo origen no es entendible por mente humana no inspirada. Las emociones son humores invisibles que dictan las reglas de conducta social e individual y que previenen de los efectos nocivos o benéficos de nuestros actos y pensamientos y explican la bondad de las causas. Tratar de explicar las emociones desde este punto de vista implica, para el idealismo, tratar de razonar la relación que existe entre el entendimiento humano y los designios de Dios. La inspiración divina se comunica con los seres humanos mediante las emociones, las emociones son en estos términos caracteres de un lenguaje cuyos mensajes solo puede ser entendido por aquellos que han logrado un nivel de comprensión y abstracción espiritual superior de las obras de Dios y de los hombres, filósofos, sacerdotes, adivinos y emperadores. Las emociones vistas de esta manera explican sin necesidad de polémica la divinidad y maldad de todas las cosas. Los dioses, los elegidos y los santos son entonces entidades cuya explicación es el conjunto emocional que provocan en el creyente o en el inspirado.

Del lado opuesto, el materialismo, consideran que los hechos del universo son consecuencia de las alteraciones del azar, generadas por la constante distribución de la energía hacia los confines del universo, de una gran explosión que afecta, desde sus inicios, una gran sopa submolecular primigénica. Las emociones para el materialista, son estructuras cada vez más improbables de acontecimientos y objetos, que han sido ordenados y almacenados en el complejo rompecabezas de la cognición a lo largo de millones de años de evolución, y que han sobrevivido gracias a continuas escrituras y reescrituras en la biblioteca proteica del genoma animal.

Independientemente de cual de estas explicaciones consideremos más aceptable, las emociones constituyen un concepto tan importante que no permiten dejar camino sin recorrer. Los estudios tanto humanistas como materialistas de los complejos sistemas emocionales de los seres vivos han permitido explicar muchos aspectos de la complejidad de la interacción humana y los sistemas socioeconómicos. El entendimiento de las emociones es además un mecanismo de poder e influencia bastante maleable y corrompible. De todo esto, adicional a la comprensión de los caracteres emotivos incuestionables de cada individuo, es necesario entender el significado social y práctico de las emociones.

Importancia de la comprensión de las emociones

La interacción humana con el entorno es básicamente emocional, las características distinguibles de la cognición humana respecto a otros seres vivientes parece siempre estar definida en el plano emocional, al grado tal que quienes han comprendido este hecho lo han aprovechado para vincular las emociones con objetos e identidades que normalmente no son objetos emocionales del ser humano. ¿Cómo puede un ser humano amar a un automóvil? ¿Cómo podemos apreciar más a una persona que a otra únicamente por su forma de vestir? ¿Cómo podemos amar u odiar a los individuos de una raza como si fueran una única persona? La clave para contestar estas preguntas consiste en la conversión de la entidad real en un objeto de expresión o percepción emocional. El plano de lo emocional es el plano de lo que entendemos o reconocemos como entendido, recordado y concluido en nuestras mentes, si percibes una emoción respecto al hecho, no hay necesidad de discusión adicional "lo has captado". El individuo tiende a recordar con mayor facilidad a las personas con quienes, de una u otra forma, han estrechado un vínculo emocional, aún cuando sea negativo, incluso momentáneo. Las relaciones humanas y las preferencias sobre personas y grupos generadas en instantes de carga emocional son más duraderas y radicales, como en un partido de fútbol o en una guerra. Las grandes guerras de la actualidad resultan cada vez más difíciles de entender mediante los clásicos modelos socioeconómicos que durante décadas usamos para explicar las guerras de los milenios históricos pasados.

La explosiva importancia actual del estudio de las emociones humanas estriba en la propagación de los medios informáticos. Las innegables características cognitivas de las emociones descubren la trascendencia de la información en la producción de conductas y de apreciaciones de las masas. Millones de seres humanos buscando descargas de emotividad en la gigantesca masa de información de las redes globales, en un mundo donde los medios masivos unidireccionales, se han vuelto completamente indiferentes y poco estimulantes, ante un público cuyas reacciones ya no pueden ser provocadas si la información no incluye un componente explicativo de la realidad individual y de la interacción con el mundo. Es un terreno enorme de posibilidades y peligros para aquellos que sepan describir la forma de interactuar emocionalmente con millones de usuarios, de ahí, que la informática y la inteligencia artificial adquieran un nuevo papel respecto a lo que los usuarios de la redes informáticas buscan, éstos nuevos usuarios de la información que ahora interpretan y solicitan respuesta acerca de los contenidos de la misma son adictos a las emociones que el proceso mental de información y la compresión del mundo genera en sus cerebros.

Autores como Minsky, Isaac Asimov y Bateson han sido desempolvados y renovados y sus estudios han regresado a las aulas en las universidades, antiguas obras de la ciencia ficción donde robots inteligentes y emocionales afectan drásticamente el futuro de la humanidad hoy en día son éxitos en las carteleras de las salas de cine en el mundo. Todo esto causa avidez por descubrir la manera en que se ha concebido, cómo las computadoras pueden representar, explicar e interactuar con las emociones humanas, y más importante, cómo comunicarse e influir en millones de seres con el mítico lenguaje de las emociones. La dificultad del proceso se hace evidente cuando se descubre la ignorancia generalizada de las causas y consecuencias de los procesos emotivos y su relación con la cognición y la concepción humana de la misma sociedad.

Al sopesar el abandono, por parte de la ciencia, la economía y política, del entendimiento de los intrincados laberintos de los sentimientos, las emociones y las creencias de los seres humanos descubrimos cuan ignorantes son las sociedades y sus individuos del futuro de los pueblos, el determinismo económico y político no puede predecir más un mundo tan complejo, de tal manera que se requiere la concepción emocional de los individuos y de las sociedades para ser explicado. Las complejas relaciones sociales en un mundo con recursos cada vez más limitados, con peligros que no se presentan ante los individuos en patrones físicos reconocibles, con estructuras sociales cambiantes y repleto de seres inteligentes y mentes complejas, prevé que la inminente caída de las tecnocrácias dará lugar al imperio de las emociones, donde las emociones humanas explican nuestra humana concepción del mundo. ¿Qué tipos de sociedades u organizaciones basan su conformación únicamente en los intercambios emocionales de los individuos? ¿Cuáles son los efectos sociales y políticos del choque entre la racionalidad y la emotividad? ¿Qué culturas modernas se caracterizan por determinar sus preceptos de justicia y riqueza en términos exclusivamente emotivos?

Componentes de las emociones

El componente fisiológico de las emociones son los cambios que se desarrollan en el sistema nervioso central (SNC) y que están relacionados con la presencia de determinados estados emocionales.

Son tres los subsistemas fisiológicos que según Davidoff están relacionados con las emociones, el SNC, el sistema límbico y el sistema nervioso autónomo. Durante los procesos emocionales se consideran particularmente activos a los siguientes centros del SNC:

La corteza cerebral forma parte del SNC. Davidoff y Sloman coinciden en que la corteza cerebral activa, regula e integra las reacciones relacionadas con la emociones. De acuerdo a la Arquitectura Computacional de la Mente de Sloman, se requiere de un proceso central administrativo dedicado a las decisiones referentes a intenciones, selección de planes y resolución de conflictos : de acuerdo a Sloman las decisiones de un sistema inteligente no se pueden tomar de manera independiente, de ahí que los procesos desarrollados por la mente que impliquen logros conflictivos necesitan ser resueltos a un mayor nivel de abstracción. Cabe mencionar que Sloman considera los procesos emocionales como la base estructural de la mente de los sistemas inteligentes. ¿Se puede describir el funcionamiento de la mente etapa por etapa? ¿Qué tan compleja o completa podría ser esa descripción? ¿Son los procesos de la inteligencia humana consecuencias lógicas de millones de años de adaptación al entorno? ¿Son la mente y las emociones humanas accidentes estadísticos en una infinita combinación de arreglos de células nerviosas que logró sobrevivir a millones de años de evolución?
El hipotálamo forma parte del sistema límbico. Este se dedica a la activación del sistema nervioso simpático. Este centro está relacionado con emociones como el temor, el enojo, además de participar como activador de la actividad sexual y la sed. ¿Puede estar una persona entrenada para no reaccionar fisiológicamente a las emociones? ¿Son las emociones mecanismos de comunicación primitivos anteriores a los lenguajes simbólicos? o ¿Son mecanismos más sofisticados y evolutivamente más recientes?
La amígdala está relacionada con las sensaciones de ira, placer, dolor y temor. La extirpación de la amígdala causa complejos cambios en la conducta.
La Médula espinal: De acuerdo a Harold Wolff, referido por Davidoff todas las emociones están relacionadas con determinadas respuestas fisiológicas a las emociones. Wolff con sus experimentos demostró que las paredes estomacales reaccionaban a los estados emocionales cambiando su flujo sanguíneo, las contracciones peristálticas y las secreciones de ácido clorhídrico. Albert Ax determinó la relación entre las emociones y la frecuencia cardiaca, conductividad eléctrica de la piel (relacionada con la transpiración), tensión muscular, temperatura de rostro y manos y frecuencia respiratoria. Se encontró que las reacciones emocionales al peligro provocaban reacciones similares a la acción de la adrenalina, se encontró que los actos insultantes provocan reacciones musculares, cardíacas y respiratorias similares a la acción de la adrenalina y noradrenalina. Gary Schowartz encontró que algunas reacciones emocionales provocan cambios de tensión muscular facial imperceptibles a simple vista pero medibles instrumentalmente. Según lo anterior es posible que las reacciones emocionales estén relacionadas con cambios fisiológicos necesarios para que el individuo haga frente a la situación o bien para la transmisión de mensajes o señales de respuesta a otros individuos. Puede considerarse también la hipótesis de que muchos de estos cambios quizás sean perceptibles sólo de forma inconsciente por otros individuos.

 

LA AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL COMO ELEMENTO CENTRAL DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

 

En los últimos años ha surgido con fuerza la Inteligencia Emocional como un tema transversal en la Psicología (Psicología de la Educación, Psicología de las Organizaciones, Psicología de la Emoción), si bien las popularizaciones que se han hecho del tema han impedido por el momento que el constructo surja de forma clara.

En este trabajo partiremos de la exploración de diferentes modelos de Inteligencia Emocional para centrarnos posteriormente en uno de sus componentes centrales: la autorregulación emocional, y formulando posteriormente el desarrollo de un modelo de Inteligencia Emocional centrado en procesos, el modelo de Barret y Gross.


1. INTELIGENCIA EMOCIONAL
1.1. Marco conceptual
     La Inteligencia Emocional es un campo de estudio que surgió en la década de los 90 como reacción al enfoque de inteligencias meramente cognitivas, sumando críticas a los detractores de los tests de inteligencia tradicionales.

     Este enfoque se hizo rápidamente popular en la prensa no científica, entre otras razones porque emitía un mensaje novedoso y atractivo: se puede tener éxito en la vida sin tener grandes habilidades académicas. El libro divulgativo de Daniel Goleman (1995) se convirtió rápidamente en un best – seller, aunque la investigación al respecto se encontraba aun en sus inicios.

     Mayer (2001) señala cinco fases hasta el momento en el desarrollo del campo de estudio de la Inteligencia Emocional que pueden ayudarnos a entender de donde surgen los conceptos y habilidades que actualmente se presentan juntos bajo el epígrafe de IE:
1) Inteligencia y Emociones como campos de estudio separados (1900 – 1969): La investigación sobre la inteligencia se desarrolla en este periodo y surge la tecnología de los tests psicológicos. En el campo de la emoción se centran en el debate entre la primacía de la respuesta fisiológica sobre la emoción o viceversa. Aunque algunos autores hablan sobre la “inteligencia social” las concepciones sobre Inteligencia siguen siendo meramente cognitivas.
2) Precursores de la inteligencia emocional (1970 – 1989): El campo de la cognición y el afecto examina como las emociones interaccionan con el pensamiento. Una teoría revolucionaria de este periodo es la Teoría de Inteligencias Múltiples de Gardner, la cual incluye una inteligencia “intrapersonal”.
3) Emergencia de la Inteligencia Emocional (1990 – 1993): Mayer y Salovey publican una serie de artículos sobre la inteligencia emocional, incluyendo el primer intento de medir estas competencias.
4) Popularización y ensanchamiento del concepto (1994 – 1997): Goleman publica su libro “Inteligencia Emocional” y el término IE salta a la prensa popular.
5) Institucionalización e investigación sobre la IE (1998 – actualidad): Se producen refinamientos en el concepto de IE y se introducen nuevas medidas. Aparecen las primeras revisiones de artículos de investigación.

¿De que hablamos cuando hablamos de Inteligencia Emocional?
     La Inteligencia Emocional se entiende como un conjunto de habilidades que implican emociones. Varios autores han señalado diferentes definiciones de Inteligencia Emocional:

“incluye las áreas de conocer las propias emociones, manejar emociones, motivarse a uno mismo, reconocer emociones en otros y manejar relaciones” Goleman (1995)

“un conjunto de capacidades, competencias y habilidades no cognitivas que influencian la habilidad propia de tener éxito al afrontar las demandas y presiones del medio ambiente" Bar – On (citado en Mayer , 2001)

“se refiere a la habilidad para reconocer el significado de las emociones y sus relaciones, y para razonar y resolver problemas en base a ello. También incluye emplear las emociones para realzar actividades cognitivas” Mayer et al. (2001)

     En una serie de estudios conducidos por Schutte y colaboradores (2002) se centraron en encontrar relación entre los niveles de inteligencia emocional y la autoestima y el estado de ánimo positivo, encontrando una relación positiva entre la Inteligencia Emocional y ambas variables.

     Varios autores han teorizado que una alta inteligencia emocional puede llevar a grandes sentimientos de bienestar emocional y son capaces de tener una mejor perspectiva de la vida. Existe también evidencia empírica que parece demostrar que la alta inteligencia emocional se asocia con menor depresión, mayor optimismo y una mejor satisfacción con la vida. Por tanto, esto sugiere un vínculo entre inteligencia emocional y bienestar emocional.


1.2. Modelos tradicionales sobre Inteligencia Emocional
     Los principales modelos que han afrontado la Inteligencia Emocional en la década de los 90 son los de Mayer et al. (2001) (Modelo de las 4 ramas), el modelo de competencias de Goleman y el Modelo Multifactorial de Bar On.

Mayer (2001) agrupa estos modelos distinguiendo entre aproximaciones mixtas y aproximaciones de habilidades:
• Aproximaciones de Habilidades: El modelo de 4 ramas de Mayer et al. divide la Inteligencia Emocional en cuatro áreas de habilidades:
1) Percibir emociones: Capacidad de percibir emociones en caras o imágenes.
2) Usar emociones para facilitar el pensamiento: Capacidad de usar las emociones para realzar el razonamiento.
3) Comprensión de emociones: Capacidad de comprender información emocional acerca de las relaciones, transiciones de una emoción a otra e información lingüística acerca de las emociones.
4) Manejo de las emociones: Capacidad para manejar emociones y relaciones emocionales para el crecimiento personal e interpersonal.
Estos autores señalan que las ramas 1,3 y 4 incluyen razonar acerca de las emociones, mientras que la rama 2 únicamente incluye el uso de las emociones para realzar el razonamiento. Jerárquicamente estas 4 ramas estarían dispuestas de modo que "percibir emociones" estaría a la base, mientras que "Manejo de emociones" estaría a la cima.

• Aproximaciones Mixtas: Estas aproximaciones populares incluyen atributos personales que están más comúnmente relacionados con la efectividad personal y el funcionamiento social (Barret y Gross, 2001; Mayer, 2001).
- Modelo de Competencias Emocionales de Goleman:
Incluye cinco competencias:
1. El conocimiento de las propias emociones
2. La capacidad de controlar las emociones
3. La capacidad de motivarse a uno mismo
4. El reconocimiento de las emociones ajenas
5. El manejo de las relaciones

- Modelo Multifactorial de Bar – On: Bar On realiza una conceptualización multifactorial de la inteligencia emocional, conformada por los siguientes componentes factoriales:

1) C.F. Intrapersonales:
• Autoconcepto: Esta habilidad se refiere a respetarse y ser consciente de uno mismo, tal y como unos es, percibiendo y aceptando lo bueno y malo.
• Autoconciencia Emocional: Conocer los propios sentimientos para conocerlos y saber qué los causó.
• Asertividad: Es la habilidad de expresarse abiertamente y defender los derechos personales sin mostrarse agresivo ni pasivo.
• Independencia: Es la habilidad de controlar las propias acciones y pensamiento uno mismo, sin dejar de consultar a otros para obtener la información necesaria.
• Autoactualización: Habilidad para alcanzar nuestra potencialidad y llevar una vida rica y plena, comprometiéndonos con objetivos y metas a lo largo de la vida.

2) C.F. Interpersonales:
• Empatía: Es la habilidad de reconocer las emociones de otros, comprenderlas y mostrar interés por los demás.
• Responsabilidad social: Es la habilidad de mostrarse como un miembro constructivo del grupo social, mantener las reglas sociales y ser confiable.
• Relaciones Interpersonales: Es la habilidad de establecer y mantener relaciones emocionales caracterizadas por el dar y recibir afecto, establecer relaciones amistosas y sentirse a gusto.

3) C.F. de Adaptabilidad
• Prueba de realidad: Esta habilidad se refiere a la correspondencia entre lo que emocionalmente experimentamos y lo que ocurre objetivamente, es buscar una evidencia objetiva para confirmar nuestros sentimientos sin fantasear ni dejarnos llevar por ellos.
• Flexibilidad: Es la habilidad de ajustarse a las cambiantes condiciones del medio, adaptando nuestros comportamientos y pensamientos.
• Solución de problemas: La habilidad de identificar y definir problemas así como generar e implementar soluciones potencialmente efectivas. Esta habilidad esta compuesta de 4 partes:
1) ser consciente del problema y sentirse seguro y motivado frente a él
2) definir y formular el problema claramente (recoger información relevante)
3) generar tanto soluciones como sea posible
4) tomar una solución sobre la solución a usar, sopesando pros y contras de cada solución.

4) C.F. de Manejo del Estrés
• Tolerancia al estrés: Esta habilidad se refiere a la capacidad de sufrir eventos estresantes y emociones fuertes sin venirse abajo y enfrentarse de forma positiva con el estrés. Esta habilidad se basa en la capacidad de escoger varios cursos de acción para hacerle frente al estrés, ser optimista para resolver un problema, y sentir que uno tiene capacidad para controlar influir en la situación.
• Control de impulsos: Es la habilidad de resistir o retardar un impulso, controlando las emociones para conseguir un objetivo posterior o de mayor interés.

5) C.F. de Estado de Animo y Motivación
• Optimismo: Es mantener una actitud positiva ante las adversidades y mirar siempre el lado bueno de la vida.
• Felicidad: Es la habilidad de disfrutar y sentirse satisfecho con la vida, disfrutarse uno mismo y a otros, de divertirse y expresar sentimientos positivos.

    En todos estos modelos podemos ver que la autorregulación emocional (entendida como la capacidad de regular los estados emocionales a un punto de referencia) es un elemento principal de los modelos. Así, el modelo de las 4 ramas de Mayer et al. sitúa al “Manejo de las Emociones” arriba de su escala jerárquica, Goleman la incluye como “capacidad de controlar las propias emociones” y Bar – on incluye elementos de autorregulación emocional en varias de sus habilidades, como el “Control de Impulsos” y la “Flexibilidad”.
En el siguiente punto nos centraremos en el mecanismo psicológico de la autorregulación, ofreciendo dos modelos de autorregulación emocional.

2. AUTORREGULACION EMOCIONAL
     Como hemos visto, los principales modelos de Inteligencia Emocional dan mucha importancia a la regulación de las propias emociones. De hecho, se trata de la piedra angular del concepto, ya que de nada sirve reconocer nuestras propias emociones si no podemos manejarlas de forma adaptativa.

     La autorregulación emocional se englobaría dentro de lo que sería el proceso general de autorregulación psicológica, el cual es un mecanismo del ser humano que le permite mantener constante el balance psicológico. Para ello necesita de un sistema de feedback de control que le permita mantener el estatus en relación a una señal de control.

     Bonano (2001) expone un modelo de autorregulación emocional que se centra en el control, anticipación y exploración de la homeostasis emocional. La homeostasis emocional se conceptualizaría en términos de metas de referencia pertenecientes a frecuencias, intensidades o duraciones ideales de canales experienciales, expresivos o fisiológicos de respuestas emocionales. En este sentido, Vallés y Vallés (2003) señalan que puesto que las emociones tienen tres niveles de expresión (conductual, cognitivo y psicofisiológico) la regulación del comportamiento emocional afectará a estos tres sistemas de respuesta.

     Por tanto, la autorregulación emocional no sería sino un sistema de control que supervisaría que nuestra experiencia emocional se ajustase a nuestras metas de referencia.

2.1. Modelo Secuencial de Autorregulación Emocional
Este modelo propuesto por Bonano (2001) señala tres categorías generales de actividad autorregulatoria:
1) Regulación de Control: Se refiere a comportamientos automáticos e instrumentales dirigidos a la inmediata regulación de respuestas emocionales que ya habían sido instigadas. Dentro de esta categoría se incluyen los siguientes mecanismos: disociación emocional, supresión emocional, expresión emocional y la risa.

2) Regulación Anticipatoria: Si la homeostasis está satisfecha en el momento, el siguiente paso es anticipar los futuros desafíos, las necesidades de control que se puedan presentar. Dentro de esta categoría se utilizarían los siguientes mecanismos: expresión emocional, la risa, evitar o buscar personas, sitios o situaciones, adquirir nuevas habilidades, revaloración, escribir o hablar acerca de sucesos angustiosos

3) Regulación Exploratoria: En el caso que no tengamos necesidades inmediatas o pendientes podemos involucrarnos en actividades exploratorias que nos permitan adquirir nuevas habilidades o recursos para mantener nuestra homeostasis emocional. Algunas de estas actividades pueden ser: entretenimiento, actividades, escribir sobre emociones

2.2. Modelo Autorregulatorio de las Experiencias Emocionales
     La idea principal de la que parten Higgins , Grant y Shah (1999) es que las personas prefieren algunos estados más que otros y que la autorregulación permite la ocurrencia de los estados preferidos más que de los no preferidos. Igualmente señalan que el tipo de placer y el tipo de malestar que la gente experimenta depende de qué tipo de autorregulación este funcionando.

     Estos autores señalan tres principios fundamentales implicados en la autorregulación emocional:
1) Anticipación regulatoria: Basándose en la experiencia previa, la gente puede anticipar el placer o malestar futuro. De esta forma, imaginar un suceso placentero futuro producirá una motivación de acercamiento, mientras que imaginar un malestar futuro producirá una motivación de evitación.
2) Referencia regulatoria: Ante una misma situación, se puede adoptar un punto de referencia positivo o negativo. Por ejemplo, si dos personas desean casarse, una de ella puede anticipar el placer que significaría estar casados, mientras que la otra persona podría imaginar el malestar que les produciría no casarse. Por tanto la motivación sería la misma, pero una de ellas estaría movida por un punto de referencia positivo y la otra por un punto de vista negativo.
3) Enfoque regulatorio: Los autores hacen una distinción entre un enfoque de promoción y un enfoque de prevención. Por tanto se distingue entre dos diferentes tipo de estados finales deseados: aspiraciones y autorrealizaciones (promoción) vs. responsabilidades y seguridades (prevención).

3. EL MODELO DE PROCESOS DE BARRET Y GROSS
     Ya hemos visto diferentes modelos de Inteligencia Emocional que se han propuesto, tanto desde ámbitos populares y aplicados (Modelos de Goleman y de Bar – On) como desde perspectivas más experimentales (Modelo de las Cuatro Ramas de Mayer y Salovey).

     También hemos discutido la importancia que en estos modelos se les da a los procesos autorregulatorios a nivel emocional, analizando los modelos de Bonano y de Higgins y cols.

      Los modelos vistos sobre inteligencia emocional la definen como un juego de habilidades y atributos personales o competencias sociales. Esto implicaría dos asunciones básicas (Barret y Gross, 2001):
1º) Las emociones propias o las de otros se ven como entidades fijas sobre las que se pueden hacer juicios correctos o incorrectos.
2º) La inteligencia emocional se ve como un conjunto estático de habilidades
En contraste, el modelo de procesos de Barret y Gross entiende las emociones como un fenómeno emergente y fluido que resultaría de la interacción entre procesos explícitos e implícitos, por lo cual no habría sitio para una evaluación correcta o incorrecta.

     La inteligencia emocional sería en este modelo “un conjunto de procesos relacionados que permite al individuo desplegar satisfactoriamente representaciones mentales en la generación y regulación de de la respuesta emocional”.

     En este esquema de procesos, existirían dos aspectos de gran importancia. Por una parte, el cómo se representan las emociones (el como la persona representa mentalmente las emociones y se hace consciente de ellas). Por otra parte, el cómo y cuando se regulan las emociones.

     Sobre la representación de las emociones solo diremos aquí que existirían tres procesos principales implicados en la generación de las emociones: la disponibilidad del conocimiento sobre las emociones, la accesibilidad del conocimiento sobre emociones y la motivación para construir experiencias emocionales discretas, y por último, la localización de los recursos de funciones como la memoria de trabajo. Estos procesos son de gran importancia para la Inteligencia Emocional, pero los dejaremos a un lado para centrarnos en el otro tipo de procesos, lo relacionados con la autorregulación emocional.

     El Modelo de Gross de Autorregulación Emocional (Barret y Gross, 2001; Gross y John, 2002; Gross, 2002), sobre el cual se desarrolla el modelo de procesos de Inteligencia Emocional, se describen cinco puntos en los que las personas pueden intervenir para modificar el curso de la generación de emociones, esto es, autorregularse emocionalmente. Mostramos un esquema general del modelo a continuación.

     Los cinco elementos de este modelo serían:
1) Selección de la situación: Se refiere a la aproximación o evitación de cierta gente, lugares u objetos con el objetivo de influenciar las propias emociones. Esto se produce ante cualquier selección que hacemos en la que está presente un impacto emocional. En el esquema vemos que se selección S1 en vez de S2 (se marca en negrita).
2) Modificación de la situación: Una vez seleccionada, la persona se puede adaptar para modificar su impacto emocional, lo cual podría verse también como una estrategia de afrontamiento centrada en el problema (S1x, S1y, S1z).
3) Despliegue atencional: La atención puede ayudar a la persona a elegir en qué aspecto de la situación se centrará (distraernos si la conversación nos aburre o tratar de pensar en otra cosa cuando no preocupa algo) (a1, a2, a3 … representan los diferentes aspectos de la situación a los que podemos atender)..
4) Cambio cognitivo: Se refiere a cual de los posibles significados elegimos de una situación. Esto es lo que podría llevar al “reappraisal” y sería el fundamento de terapias psicológicas como la reestructuración cognitiva. El significado es esencial, ya que determina las tendencias de respuesta.
5) Modulación de la respuesta: La modulación de la respuesta se refiere a influenciar estas tendencias de acción una vez que se han elicitado, por ejemplo inhibiendo la expresión emocional. En el esquema, se muestran signos – y + para representar la inhibición o excitación de estas respuestas a diferentes niveles.

     Como se aprecia en el modelo, las cuatro primeras estrategias estarían centradas en los antecedentes, mientras que la última de ellas estaría centrada en la respuesta emocional.

     Se ha escrito mucho sobre las posibles consecuencias a varios niveles de la autorregulación emocional. Gross (2002) señala que las estrategias de “reappraisal” son a menudo más efectivas que la supresión emocional. El “reappraisal” reduce la experiencia emocional y también la expresión conductual, mientras que la supresión reduce la expresión pero falla en reducir la experiencia emocional.

     Por otra parte, existe abundante literatura que indicaría que la supresión podría estar afectando a la salud física (depresión del sistema inmune, mayor riesgo coronario, progresión del cáncer, etc.), y en definitiva que las consecuencias de las estrategias centradas en los antecedentes (reappraisal) serían preferibles en este sentido a las centradas en la respuesta (Barret y Gross, 2001).

4. CONCLUSIONES
     En este trabajo hemos intentado ofrecer un panorama del estudio de la Inteligencia Emocional centrándonos en uno de sus componentes principales: la autorregulación emocional. Como hemos podido apreciar, existe aun multitud de modelos que hacen que a nivel de constructo no exista claridad de qué elementos conforman la Inteligencia Emocional.

     Puesto que la autorregulación emocional es uno de los mecanismos principales implicados, hemos querido centrarnos en él por ser un mecanismo que ha sido ampliamente estudiando a lo largo de los años y del que existen modelos explicativos bastante completos.

     Como alternativa a los modelos clásicos, de habilidades o competencias, hemos querido mostrar el modelo de procesos de Barret y Gross. Las implicaciones para la inteligencia emocional de este modelo, son no solo determinar los mecanismos por lo que se produce la autorregulación emocional, sino que es el primer paso para dilucidar que tipo de mecanismos están implicados en la inteligencia emocional y que consecuencias (positivas y negativas) tienen a nivel cognitivo, afectivo, social y fisiológico.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

- Barret, L.F. y Gross, J.J. (2001). Emotional Intelligence. A process model of emotion representation and regulation. En T. J. Mayne y G.A. Bonano (Eds.). Emotions. Current issues and future directions. New York: The Guilford Press
- Bonano, G.A. (2001). Emotion self-regulation. En T. J. Mayne y G.A. Bonano (Eds.). Emotions. Current issues and future directions. New York: The Guilford Press
- Higgins, E.T., Grant, H. Y Shah, J. (1999). Seft Regulation and quality of life: Emotional and non-emotional life experiences. En Kahneman, Diener y Schwarz (Eds.). Well-being : the foundations of hedonic psychology. New York : Russell Sage Foundation
- Goleman, D. (1996). Inteligencia Emocional. Barcelona: Kairos.
- Gross, J.J. (2002). Emotion regulation: Affective, cognitive, and social consequences. Psychophysiology, 39 , 281–291.
- Gross, J.J. y John, O.P. (2002). Wise emotion regulation. En L. Feldman Barret y P. Salovey (Eds.). The wisdom of feelings: Psychological processes in emotional intelligence. New York : Guilford.
- Mayer, J.D. (2001). A field guide to emotional intelligence. En Ciarrochi, J., Forgas, J.P. y Mayer, J.D. (2001). Emotional Intelligence in Everyday Life. Philadelphia: Psychology Press.
- Mayer, J. D., Salovey, P., Caruso, D. R., & Sitarenios, G. (2001). Emotional intelligence as a standard intelligence. Emotion, 1, 232-242
- Salovey, P. (2001). Applied emotional intelligence: Regulating emotions to become healthy, wealthy anda wise. En Ciarrochi, J., Forgas, J.P. y Mayer, J.D. (2001). Emotional Intelligence in Everyday Life. Philadelphia: Psychology Press.
- Schutte et al. (2002). Characteristic emotional intelligence and emotional well-being. Cognition and Emotion, 16 (6), 769-785.
- Vallés, A. y Vallés, C. (2003). La autorregulación para el afrontamiento emocional. En Vallés, A. y Vallés, C. (2003). Psicopedagogía de la Inteligencia Emocional. Valencia: Promolibro.


INTELIGENCIA EMOCIONAL Y ORIENTACION VOCACIONAL

 

Sin ánimo de ser negativista, iniciemos con la presentación de un problema que además de actual, nos es propio y, por tanto, cada vez más inquietante: Más del 40% de los jóvenes que cursan los primeros semestres en las universidades, exponen que “escogieron mal la carrera”; de ellos el 15% aproximadamente desertan al final del primer año.

      Según los expertos, los factores ligados a este hecho, están relacionados directamente con el proceso que debió preceder el inicio de la universidad, y que por múltiples razones, no se llevó a cabo con la sistematicidad necesaria, ni la experticia y el tiempo esperados para obtener éxito al reducir la deserción e insatisfacción personal que redunda en la profesional: La Orientación Vocacional.

      La Orientación Vocacional, aunque no es un concepto unívoco, puede ser entendida como el proceso de ayuda en la elección de una profesión, la preparación para ella, el acceso al ejercicio de la misma y la evolución y progreso posterior.

      La Orientación Vocacional pretende ayudar a que la persona elabore un concepto adecuado de sí mismo y de su papel en el trabajo. No es un proceso puntual, sino continuo en el tiempo, que persigue como objetivo el desarrollo de la persona.

      Bajo esta perspectiva, la Orientación Vocacional es un proceso complejo y continuo, que tiene como objetivo despertar intereses vocacionales a través del conocimiento de sí mismo, ajustar dichos intereses a la competencia laboral del sujeto y evaluarlas en relación a las necesidades del mercado de trabajo, es decir, ubicarse luego en el contexto social-laboral.

      Si esta exposición conceptual no es suficiente para ver la relación directa entre la Orientación Vocacional y la Inteligencia Emocional, es porque hemos perdido el camino original, esperando que poco pero de calidad, fuese suficiente para que nuestros adolescentes alcanzasen la meta: ser profesionales satisfechos y exitosos.

      Sin embargo, debemos acercarnos más a nuestra realidad ¿en verdad a los adolescentes les interesa verse inmersos en un programa vocacional? Investigaciones recientes en el área concluyen que a pesar del proceso de Orientación Vocacional, la elección vocacional definitiva depende, básicamente, de los siguientes elementos:

 

• que la carrera sea socialmente aceptable;
• que sea económicamente rentable;
• que, además, sea fácil y rápido el ingreso al campo laboral, sin tener en cuenta la vocación; y,
• que si se relaciona con las materias más fáciles o las que más le gustaron en bachillerato, mejor.

      Entonces, algo está sucediendo que se escapa de nuestras buenas intenciones ¿Estamos dejando al margen la formación personal como parte esencial de la orientación vocacional? O ¿estamos actuando como si se tratase de dos procesos diferentes y paralelos?.

      El trabajo individual para el autoconocimiento, es la fuente inagotable de recursos para la superación, personal, familiar, académica y, por supuesto profesional. El adolescente tiene que conocer sus intereses, sus aptitudes, las expectativas que tiene frente al futuro, sus temores, sus angustias; este conocimiento permite definir con mayor claridad quién soy y quién quiero ser. Sin este primer trabajo individual, la segunda instancia del proceso cae en saco roto: las oportunidades que le presenta la educación superior y el conocimiento de la realidad laboral y el medio en el que está inmerso. Generalmente, esta segunda instancia es a la que mayor peso se le da durante el proceso puntual de Orientación Vocacional, sin tomar en consideración que su éxito depende del autoconocimiento y madurez emocional del adolescente en cuestión.

      No obstante, los números indican que son pocos los profesionales de la orientación, que tienen la posibilidad real de abarcar la totalidad del proceso, en especial cuando es tratado como algo puntual durante el Ciclo Diversificado. De allí la necesidad de recurrir a otras tendencias, tecnologías, estrategias, metodologías, propuestas, que nos permitan acercarnos más al deber ser de la Orientación Vocacional, incorporando en nuestro quehacer la “Inteligencia Emocional” como arte y parte del proceso para la elección de una carrera.

      El filósofo Pascal escribió en cierta ocasión, hace más de 300 años, que "nada es más poderoso que una idea cuyo tiempo ha llegado". Pues bien, la Inteligencia Emocional es una idea cuyo tiempo ha llegado. La publicación del libro de Daniel Goleman “Inteligencia Emocional”, se ha convertido en un gran éxito editorial, en un fenómeno de masas. Y sin embargo, la obra de Goleman no dice nada nuevo: básicamente, que la inteligencia medida tradicionalmente (a través del cociente intelectual) no se correlaciona con el éxito profesional. Algo ya comentado por el periodista Walter Lipman en los años 20 y por David McClelland en su famoso artículo de 1973, “Testing for Competence Rather than Inteligence”.

      El modelo que nos presenta Goleman fue propuesto por primera vez en 1990 por Peter Salovey, de la Universidad de Yale, y John Mayer, de la Universidad de New Hamsphire, en un libro que no alcanzó tanto éxito como el de Goleman. Salovey y Mayer consideran que hay cinco dominios de la inteligencia emocional: autoconfianza, autocontrol, persistencia, empatía y dominio de las relaciones. En “Competence at Work”, Lyle Spencer, siguiendo la línea de McClelland, formaba cinco competencias muy similares en su diccionario: autocontrol, autoconfianza, orientación al logro, comprensión interpersonal e impacto e influencia. Y, lo que es más interesante todavía, las tres que suponen gestión de uno mismo (Gardner lo llamaría inteligencia interpersonal), esto es, autoconfianza, autocontrol y perseverancia, están ligadas a la motivación por el logro; las dos restantes, empatía y capacidad de ilusionar a otros (inteligencia interpersonal, en la terminología de Gardner), son competencias ligadas a los motivos de afiliación y poder social, respectivamente. ¿Acaso no son estas competencias básicas para una efectiva elección vocacional? ¿Qué hacemos los orientadores para promoverlas?
La Inteligencia Emocional es una forma de interactuar con un mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos y engloba habilidades como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una efectiva y creativa adaptación social. Este concepto es cada vez más valorado en el mundo entero, con una marcada influencia en el área laboral.

      Esta capacidad de vivir y manejar las emociones se aprende desde la infancia. Por ello, la familia es la escuela en la que el niño aprende, para bien o para mal, a desarrollar su Inteligencia Emocional. No obstante, los padres no siempre son conscientes de la trascendencia que reviste atender, integrar y conducir las emociones infantiles. Los hijos de familias en que se han cultivado bien las emociones, son más sociables y mejores estudiantes, aunque su "otra" inteligencia, la lógica, no sea brillante. Si bien es cierto que la familia y la escuela son fundamentales en el desarrollo de la Inteligencia Emocional, nunca es tarde para efectuar correcciones y adquirir nuevas habilidades en este terreno. Nos jugamos mucho en ello y, por muy adolescentes, jóvenes o adultos que seamos, siempre podemos desarrollar un dominio más eficaz de las emociones. El éxito en la toma de decisiones depende mucho de la madurez y estabilidad emocional de quien decide.

      Con la evolución de esta disciplina se han identificado varios tipos de Inteligencia Emocional. La Inteligencia Intrapersonal, considerada como la capacidad que tiene el individuo de poder entender e identificar sus emociones, además de saber cómo se mueve subjetivamente en torno a ellas. Una vez que la persona conoce su dimensión emocional, comienza a tener mejor y mayor control sobre su vida, lo que redunda en mayor estabilidad y poder de decisión.

      La otra dimensión de funcionamiento emocional es a nivel Interpersonal. Se refiere a la capacidad que tiene el individuo de entender las emociones de las otras personas y actuar de manera cónsona a ellas. El individuo se convierte en un potenciador de recursos intelectuales, ya que al poder controlar su funcionamiento emocional, logra importantes valores agregados para su desempeño a nivel de toma de decisiones y resolución de problemas, entre otras cosas.

      En este sentido, los cinco componentes del coeficiente emocional coinciden con ello, tres son capacidades relativas a la persona (autoconocimiento, autocontrol y automotivación) o lo que llamamos Inteligencia Intrapersonal; y los otros dos, relativos a las otras personas (conocer las emociones de los demás y asertividad), que denominamos Inteligencia Interpersonal.

      La autoconciencia, consiste en conocer las propias emociones. El autocontrol, es la capacidad de cambiar o frenar emociones para evitar que las situaciones de la vida sean un problema; y la automotivación, que es la capacidad individual de estimularse ante situaciones adversas.

      Los dos componentes restantes del coeficiente emocional que se refieren a la capacidad de conocer a las otras personas (inteligencia interpersonal), se relacionan con las destrezas para intuir la condición emocional de los demás, las cuales proporcionan capacidades y habilidades muy útiles a la hora de interactuar con los demás; y por último, se encuentra la asertividad, que es la capacidad de ser oportuno ante las situaciones, bien sea con acciones o palabras.

      Finalmente, la última clave del proceso entra en juego: La toma de decisiones. A lo largo de este planteamiento he identificado los elementos esenciales del proceso de Orientación Vocacional: el autoconocimiento, que de ahora en adelante llamaremos Inteligencia Emocional; la información vocacional-profesional, la que como segunda instancia es la que mayor peso tiene en la Orientación Vocacional practicada regularmente en bachillerato; y, no menos importante, la resultante fundamental de las dos anteriores la toma de decisiones acertada y satisfactoria.

      Las decisiones, entendidas como elección de un curso de acción determinado son importantes porque de ellas depende el éxito de una empresa, de una carrera profesional, el destino de una persona, de un país, etc.
Existe al menos una teoría clásica optimizante en la toma de decisiones, en la que no ahondaremos seguros de que el orientador maneja tal información y buscar ponerla en práctica durante el proceso de Orientación Vocacional, pero sobre la cual enumeraremos los pasos naturales con los cuales estableceremos una relación entre los tres elementos esenciales de la Orientación Vocacional ya mencionados. Estos pasos según Tarter (1998), son: 1)Identificar el problema, es decir, determinar las discrepancias entre la situación actual y los resultados deseados. 2) Diagnosticar el problema o reunir y analizar la información que explique la naturaleza del problema. 3) Definir las alternativas, esto es, desarrollar todas las soluciones que son potenciales soluciones. 4) Examinar las consecuencias, ¿Qué pasaría si...?, anticipar los probables efectos de cada alternativa. 5) Tomar la decisión. Evaluar y elegir la mejor alternativa, aquella que maximice el logro de las metas y los objetivos. Y, 6) Hacerlo, es decir, ejecutar o poner en práctica la decisión.

      De acuerdo con el planteamiento anterior, los dos primeros pasos dentro del proceso de toma de decisiones, involucran necesariamente la primera instancia del proceso de Orientación Vocacional, o como hemos convenido en llamarlo, la identificación de mis potencialidades y debilidades usando la Inteligencia Emocional como base esencial para el autoconocimiento. El estimular los cinco elementos del cociente intelectual emocional, son la clave para trabajar y entrenar a los alumnos en esta instancia. Recurrir a las pruebas psicológicas estandarizadas, puede ser un recurso para ayudar al alumno a evaluar sus aptitudes y sopesar sus intereses; todo ello será efectivo, si no olvidamos recurrir a la reflexión, a la transferencia de esa información a la situación real del alumno, poniendo en perspectiva estos resultados con la información que ya tiene sobre quién es como persona y qué quiere, en relación con sí mismo y con quienes lo rodean. Las pruebas psicológicas no son malas en sí mismas, son inadecuadas en la medida que no hacemos uso apropiado de los resultados que arrojan.

      El tercer paso, o definición de alternativas, se corresponde con el segundo elemento o segunda instancia del proceso vocacional: la búsqueda de alternativas u oportunidades de estudio a nivel superior. Esta instancia, como sabemos, debe incluir todo el caudal de información vocacional-profesional-laboral disponible, y comenzar a descartar aquellas opciones que por su naturaleza no compaginen con los resultados de la primera instancia.
El cuarto paso natural para la toma de decisiones, examinar las consecuencias, nos pone nuevamente frente al problema del autoconocimiento, por lo tanto la Inteligencia Emocional vuelve aquí a tener un papel preponderante. La confianza en mí y mis potencialidades, el autocontrol para no tomar decisiones guiadas por el impulso y la primera impresión; así como la capacidad de persistir a pesar de no encontrar respuestas rápidas y apropiadas, son las competencias que tendré que poner a prueba durante esta fase del proceso.

      Este cuarto paso me lleva en forma gradual al quinto, seleccionar las mejores alternativas, para luego, en consecuencia, poner manos a la obra: prepararme para las pruebas de admisión, revisar y actualizar documentos, realizar las respectivas pre-inscripciones, etc. Es decir, afrontar la realidad y ejecutar las acciones que me permitan alcanzar el éxito en lo que me propuse. Éxito que sin duda será el resultado efectivo del largo camino recorrido.

      Entre los objetivos que como Orientador debo plantearme para desarrollar destrezas emocionales que permitan optimizar la inteligencia emocional de los alumnos (nótese que hablo de alumnos, para no circunscribir el proceso a la adolescencia, pues es ideal iniciarlo mucho antes), encontramos:

 Incrementar la Confianza en sí mismo. La sensación de controlar y dominar el propio cuerpo, la propia conducta y el propio mundo. La sensación de que tiene muchas posibilidades de éxito en lo que emprenda y que los adultos pueden ayudarle en esa tarea.
 Incentivar la Curiosidad. Instigar a seguir en la búsqueda aunque se tenga mucha información (personal o profesional). La sensación de que el hecho de descubrir algo es positivo y placentero.
 Promover la Intencionalidad. Las cosas no ocurren porque lo deseamos, ocurren porque hacemos algo para alcanzarlas. El deseo y la capacidad de lograr algo y de actuar en consecuencia. Esta habilidad está ligada a la sensación y a la capacidad de sentirse competente, de ser eficaz, eficiente y efectivo.
 Mejorar el Autocontrol. La capacidad de modular y controlar las propias acciones en una forma apropiada a la edad; la sensación de control interno. Soy dueño de mi vida.
 Estimular la reflexión a través de la Relación. La capacidad de relacionarse con los demás, una capacidad que se basa en el hecho de comprender y de ser comprendido, será un elemento útil para confrontar aprendizajes personales.
 Desarrollar la capacidad de comunicar. El deseo y la capacidad de intercambiar verbalmente ideas, sentimientos y conceptos con los demás. Esta capacidad exige la confianza en los demás y el placer de relacionarse con ellos. Ser empático y preciso son sus ejes centrales.
 Promover la Cooperación. La capacidad de armonizar las propias necesidades con las de los demás en las actividades grupales. Hacer del hecho vocacional un problema común, que depende del trabajo en equipo aunque la decisión final sea individual. Compartir información, ideas, ofrecer feedback al comportamiento de otro, puede colocarnos en una situación de comprensión de la realidad más favorables, pues incluye más puntos de vista.

      Finalmente, en vista que la Inteligencia Emocional puede cultivarse y que está plenamente identificada con la Orientación Vocacional, no olvide tomar en cuenta los siguientes factores en su trabajo cotidiano con los orientados, tanto en forma individual como un grupos:

• Trabaje la empatía, abrirse a los demás. Observe y escuche. Fíjese en sus gestos, en su mirada, en su forma de hablar. Aprenda a sentir lo que ellos sienten.
• Cultive el autocontrol, sin suprimir las emociones. Estimule la observación y análisis, hasta qué punto esos sentimientos son eficaces para algo. O si hacen daño.
• Ofrezca oportunidades para que analicen sus tensiones e instintos. Sin reprimirse, ponga orden y canalícelos.
• Rebobine. Después de una discusión o de un día triste, pregúnteles por qué. Si su reacción fue proporcionada, si merecía la pena haberse comportado así, ...
• Busque oportunidades para reír. La risa y el buen humor nos hacen más felices. Y, además, parece que alargan la vida.

      La pregunta que rompe paradigmas ¿qué podrían hacer en su escuela, que si lo hiciera hoy, cambiaría dramáticamente el proceso de Orientación Vocacional hacia un proceso asertivo y favorecedor de aprendizajes? Esta es una pregunta, que cada cual debe responder, en función de su vivencia y de su práctica en su institución, nos mueve a la frontera de nuestro propio paradigma del ser orientador, qué es lo que actualmente no hago, que si lo hiciera, mejoraría tremendamente mi labor; el contestar a esta pregunta, hacerlo de forma honesta, y escribir el compromiso que como orientadores tenemos hacia el cambio que la respuesta suponga, es un ejercicio de inteligencia emocional y racional; el hacerlo, un reto, y el caminar en el compromiso, una realidad posible en beneficio de todos.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
 Covey S. R. (1995). Los siete hábitos de las personas altamente efectivas. Mexico: Paidós.
 Goleman, D. (1996). La Inteligencia Emocional. Buenos Aires: Javier Vergara.
 Lane, H. y Beauchamp, M. (1985). Comprensión del Desarrollo Humano. México: Pax.
 Meier de Ramírez, A. (2004). Reflexiones para una decisión vocacional. I Encuentro de Orientadores “Papel del orientador en las políticas de admisión a las instituciones de educación superior”, Universidad Central de Venezuela, Caracas 17-02-04.
 Reig Pintado, D. (1994). Reto al cambio. México: Mc Graw Hill.
 Rodríguez E., M. y Márquez A., M. (1988). Manejo de problemas y toma de decisiones, México: Manual Moderno.
 Shapiro, L. E. (1997). La Inteligencia Emocional de los Niños. Buenos Aires: Javier Vergara.
 Steiner, C. (1997). La Educación Emocional. Buenos Aires: Javier Vergara.
 Tharter, J. C. (1998). Toward a contingency of decisión making, in Journal of Educational Administration, Vol. 36, Issue 3.
 Uzcátegui, L. J. (1998). Emociones Inteligentes: El Manual de la Inteligencia Emocional. Caracas: LithoPolar.


LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA INFANCIA:
EDUCACION, FAMILIA Y ESCUELA

1. LAS EMOCIONES EN LA INFANCIA (cómo se desarrollan)
     Grandes filósofos, entre ellos Platón, ya hablaban de la Educación como medio cuyo fin era proporcionar al cuerpo y al alma toda la perfección y belleza de que una y otra son susceptibles. Así, desde este punto de vista, podríamos definir la Educación como la suma total de procesos por medio de los cuales un grupo social transmite sus capacidades y poderes reorganizando y reconstruyendo las emociones para adaptar al individuo a las tareas que desempeñará en el proceso psicológico a lo largo de su vida (desde la infancia hasta la senectud).

     La Inteligencia Emocional, como toda conducta, es transmitida de padres a niños, sobre todo a partir de los modelos que el niño se crea. Tras diversos estudios se ha comprobado que los niños son capaces de captar los estados de ánimo de los adultos (en uno de estos se descubrió que los bebés son capaces de experimentar una clase de angustia empática, incluso antes de ser totalmente conscientes de su existencia. Goleman, 1996).

     El conocimiento afectivo está muy relacionado con la madurez general, autonomía y la competencia social del niño.

2. LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL CONTEXTO FAMILIAR
     La personalidad se desarrolla a raíz del proceso de socialización, en la que el niño asimila las actitudes, valores y costumbres de la sociedad. Y serán los padres los encargados principalmente de contribuir en esta labor, a través de su amor y cuidados, de la figura de identificación que son para los niños (son agentes activos de socialización). Es decir, la vida familiar será la primera escuela de aprendizaje emocional.

      Por otro lado, también van a influir en el mayor número de experiencias del niño, repercutiendo éstas en el desarrollo de su personalidad. De esta forma, al controlar la mayor parte de las experiencias de los niños, los padres contribuyen al desarrollo de la cognición social.

      Partiendo del hecho de que vosotros, los padres, sois el principal modelo de imitación de vuestros hijos, lo ideal sería que vosotros, como padres, empecéis a entrenar y ejercitar vuestra Inteligencia Emocional para que vuestros hijos puedan adquirir esos hábitos.

      La regla imperante en este sentido, tal y como dijeran M. J. Elías, S. B. Tobías y B. S. Friedlander (2000), es la siguiente: “Trate a sus hijos como le gustaría que les tratasen los demás”. Si analizamos esta regla podemos obtener 5 principios:

 

- Sea consciente de sus propios sentimientos y de los de los demás.
- Muestre empatía y comprenda los puntos de vista de los demás
- Haga frente de forma positiva a los impulsos emocionales y de conducta y regúlelos.
- Plantéese objetivos positivos y trace planes para alcanzarlos
- Utilice las dotes sociales positivas a la hora de manejar sus relaciones

     Observando estos principios, nos damos cuenta que nos encontramos delante de lo que son los cinco componentes básicos de la Inteligencia Emocional.
- Autoconocimiento emocional.
- Reconocimiento de emociones ajenas
- Autocontrol emocional.
- Automotivación
- Relaciones interpersonales.

     Para poder resolver cualquier situación problemática de ámbito familiar, sería aconsejable contestar una serie de preguntas antes de actuar:

1- ¿Qué siente usted en esa determinada situación? ¿Qué sienten sus hijos?

2- ¿Cómo interpreta usted lo que está pasando? ¿Cómo cree que lo interpretan sus hijos? ¿Cómo se sentiría usted si estuviera en su lugar?

3- ¿Cuál es la mejor manera de hacer frente a esto? ¿Cómo lo ha hecho en otras ocasiones? ¿Ha funcionado realmente?

4- ¿Cómo vamos a llevar esto a cabo? ¿Qué es preciso que hagamos? ¿Cómo debemos abordar a los demás? ¿Estamos preparados para hacer esto?

5- ¿Contamos con las aptitudes necesarias? ¿Qué otras formas pueden existir de resolver el problema?

6- Si nuestro plan se topa con imprevistos, ¿qué haremos? ¿Qué obstáculos podemos prever?

7- ¿Cuándo podemos reunirnos para hablar del asunto, compartir ideas y sentimientos y ponernos en marcha para obtener el éxito como familia?


     Por otra parte, un estudió demostró los tres estilos de comportamiento más inadecuados por parte de sus padres son:
- Ignorar completamente los sentimientos de su hijo, pensando que los problemas de sus hijos son triviales y absurdos
- El estilo laissez-faire. En este caso, los padres sí se dan cuenta de los sentimientos de sus hijos, pero no le dan soluciones emocionales alternativas, y piensan que cualquier forma de manejar esas emociones “inadecuadas”, es correcta (por ejemplo, pegándoles)
- Menospreciar o no respetar los sentimientos del niño (por ejemplo, prohibiéndole al niño que se enoje, ser severos si se irritan...)

3. LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LA ESCUELA (consejos)
     Si nos detenemos en el tipo de educación implantada hace unos años, podremos observar cómo los profesores preferían a los niños conformistas, que conseguían buenas notas y exigían poco ( de esta forma se estaba valorando más a los aprendices receptivos y los discípulos más que a los aprendices activos).

     De este modo, no era raro encontrarse con la profecía autocumplida en casos en los que el profesor espera que el alumno saque buenas notas y éste las consigue, quizá no tanto por el mérito del alumno en sí sino como por el trato que el profesor le da.

      También se encontraban casos de desesperanza aprendida, producida por el modo en que los profesores respondían a los fracasos de sus alumnos.

      Pero hemos evolucionado, y para seguir haciéndolo tendremos que asumir que la escuela es uno de los medios más importantes a través del cual el niño “aprenderá” y se verá influenciado (influenciando en todos los factores que conforman su personalidad).

      Por tanto, en la escuela se debe plantear enseñar a los alumnos a ser emocionalmente más inteligentes, dotándoles de estrategias y habilidades emocionales básicas que les protejan de los factores de riesgo o, al menos, que palien sus efectos negativos.

      Goleman, 1995, ha llamado a esta educación de las emociones alfabetización emocional (también, escolarización emocional), y según él, lo que se pretende con ésta es enseñar a los alumnos a modular su emocionalidad desarrollando su Inteligencia Emocional.

     Los objetivos que se persiguen con la implantación de la Inteligencia Emocional en la escuela, serían los siguientes:

 

1. Detectar casos de pobre desempeño en el área emocional.
2. Conocer cuáles son las emociones y reconocerlas en los demás
3. Clasificarlas: sentimientos, estados de ánimo...
4. Modular y gestionar la emocionalidad.
5. Desarrollar la tolerancia a las frustraciones diarias.
6. prevenir el consumo de drogas y otras conductas de riesgo.
7. Desarrollar la resiliencia
8. Adoptar una actitud positiva ante la vida.
9. Prevenir conflictos interpersonales
10. Mejorar la calidad de vida escolar.

     Para conseguir esto se hace necesaria la figura de un nuevo tutor (con un perfil distinto al que estamos acostumbrados a ver normalmente) que aborde el proceso de manera eficaz para sí y para sus alumnos. Para ello es necesario que él mismo se convierta en modelo de equilibrio de afrontamiento emocional, de habilidades empáticas y de resolución serena, reflexiva y justa de los conflictos interpersonales, como fuente de aprendizaje vicario para sus alumnos.

     Este nuevo tutor debe saber transmitir modelos de afrontamiento emocional adecuados a las diferentes interacciones que los alumnos tienen entre sí (siendo fruto de modelos de imitación, por aprendizaje vicario, para los niños). Por tanto, no buscamos sólo a un profesor que tenga unos conocimientos óptimos de la materia a impartir, sino que además sea capaz de transmitir una serie de valores a sus alumnos, desarrollando una nueva competencia profesional. Estas son algunas de las funciones que tendrá que desarrollar el nuevo tutor:

 

- Percepción de necesidades, motivaciones, intereses y objetivos de los alumnos.
- La ayuda a los alumnos a establecerse objetivos personales.
- La facilitación de los procesos de toma de decisiones y responsabilidad personal.
- La orientación personal al alumno.
- El establecimiento de un clima emocional positivo, ofreciendo apoyo personal y social para aumentar la autoconfianza de los alumnos.

     La escolarización de las emociones se llevara a cabo analizando las situaciones conflictivas y problemas cotidianos que acontecen en el contexto escolar que generan tensión (como marco de referencia para el profesor, y en base a las cuales poder trabajar las distintas competencias de la inteligencia emocional.

     Por último, vamos a puntualizar que para que se produzca un elevado rendimiento escolar, el niño debe contar con 7 factores importantes:

- Confianza en sí mismo y en sus capacidades
- Curiosidad por descubrir
- Intencionalidad, ligado a la sensación de sentirse capaz y eficaz.
- Autocontrol
- Relación con el grupo de iguales
- Capacidad de comunicar
- Cooperar con los demás

     Y para que el niño se valga de estas capacidades una vez se escolarice, no hay que poner en duda que dependerá mucho del cuidado que haya recibido por sus padres.
De este modo, debemos resaltar que para una educación emocionalmente inteligente, lo primero será que los padres de los futuros alumnos proporcionen ese ejemplo de Inteligencia Emocional a sus niños, para que una vez que éstos comiencen su educación reglada, ya estén provistos de un amplio repertorio de esas capacidades emocionalmente inteligentes.


BIBLIOGRAFÍA

- Elias, M.J., Tobias, S.E., y Friedlander, B.S. (2000). Educar con Inteligencia Emocional. Barcelona: Plaza & Janes.
- Goleman, D. (1996). Inteligencia Emocional. Barcelona: Kairós.
- Hoffman, L., Paris, S. Y Hall, E. (1995). Psicología del desarrollo hoy. Madrid: Mac Graw-Hill
- Vallés, A. y Vallés, C. (2003). Psicopedagogía de la Inteligencia Emocional. Valencia: Promolibro.

 
 
 
 
   
 
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