ACEPTAR EL DOLOR
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"Amigo, cuéntame sobre tu dolor: hoy tengo deseos de escucharme".
Nemer Ibn El Barud |
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A veces, en una conversación de coaching ontológico o en otros ámbitos donde nos ponemos en contacto con nosotros mismos, empezamos a descubrir nuestros dolores: nuestras tristezas, angustias, soledades, miedos, frustraciones, desilusiones, resentimiento... Esta experiencia es en sí misma dolorosa. Descubrir, contactar, expresar nuestras propias heridas internas... duele... y también libera.
Estamos habituados a evitar el dolor. Si apoyo la mano en una estufa caliente, el dolor hace que rápidamente retire mi mano, y gracias a ésto evito un daño mayor, puedo mantener mi integridad física. En lo psíquico o emocional muchas veces hacemos un movimiento similar: un movimiento que nos lleva a evitar, rechazar, calmar el dolor. Muchas veces huimos del dolor, lo negamos, lo ignoramos. Otras, en cambio, hacemos exactamente lo contrario: nos apegamos a él, lo cuidamos, lo alimentamos, lo mostramos orgullosos, como si fuera nuestro hijo predilecto.
Lo que me pregunto hoy, es... ¿Cuántas veces lo escuchamos? Como se escucha a un amigo, que tiene algo importante para decirnos. ¿Cuántas veces nos permitimos morar en nuestros dolores desde la aceptación? Dejándolo que se exprese, sin hacer un solo movimiento de rechazo, huida, apego, justificación...
Hay algo especial que sucede desde este lugar. Un lugar en que no me enfrento con mi dolor, no me pongo enfrente, sino al lado, lo reconozco como propio, lo escucho, lo expreso, y... lo suelto. No lo tapo, no lo empujo, no lo niego. Lo dejo libre, lo dejo ser en mí, me dejo ser en él.
¿Cuántas veces escuchamos a otra persona desde este lugar? Sin darle vuelta la cara, sin rechazarlo, sin pretender arreglarle el problema, sin aconsejarlo, sin juzgarlo, sin distancias, sin presión, sin exigir. Dejando que su dolor toque nuestro corazón.
También hay algo especial que sucede desde este lugar. Y hay un contexto necesario para que esto suceda. Un contexto de cuidado, respeto, confianza, intimidad, contacto, aceptación.
Tal vez, para liberarnos del dolor, debamos primero liberar al dolor... ¿Queremos hacerlo?
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"Bienaventurado el que sabe que compartir un dolor es dividirlo y compartir una alegría es multiplicarla."
Facundo Cabral
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"Nuestras heridas son uno de nuestros más preciados activos cuando se trata de hacer coaching. No se hace coaching desde la perfección. Se hace coaching desde nuestras heridas".
Rafael Echeverría
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CELEBRACIÓN DE LA SUBJETIVIDAD
Yo ya llevaba un buen rato escribiendo Memoria del fuego, y cuanto más escribía más adentro me metía en las historias que contaba. Ya me estaba costando distinguir el pasado del presente: lo que había sido estaba siendo, y estaba siendo a mi alrededor, y escribir era mi manera de golpear y de abrazar. Sin embargo, se supone que los libros de historia no son subjetivos.
Se lo comenté a don José Coronel Urtecho: en este libro que estoy escribiendo, al revés y al derecho, a luz y a trasluz, se mire como se mire, se me notan a simple vista mis broncas y mis amores.
Y a orillas del río San Juan, el viejo poeta me dijo que a los fanáticos de la objetividad no hay que hacerles ni caso:
-No te preocupés -me dijo-. Así debe ser. Los que hacen de la objetividad una religión, mienten. Ellos no quieren ser objetivos, mentira: quieren ser objetos, para salvarse del dolor humano.
Eduardo Galeano |
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Francisco L. Bernardez
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido,
tuve que soportar lo soportado.
Si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
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Las cosas más luminosas que nos puedan ocurrir en la vida, también tienen sombra.
Le hemos tomado tanto miedo al sufrir, que vivimos sufriendo. Un autor, Ivan Ilich decía: "Una sociedad que está enferma de huirle al dolor, genera sólo dolor". Porque si me duele la cabeza y tomo una aspirina una y otra vez, nunca escucho lo que me está diciendo el dolor. La vida se comunica con nosotros con mensajes muy diferentes. A veces nos habla con un mensaje dulce y suave, pero a veces nos da un palo en la cabeza.
Si nosotros sólo queremos aprender en el mundo de todo está bien, le vamos a huir a aquella reflexión que nos lleva a espacios necesarios. No estoy predicando que el aprendizaje sólo sea dolor, estoy diciendo que toda reflexión seria tal vez implique dolor. El dolor forma parte de la vida. ¿Cómo puedo apreciar la maravilla de la risa si no conozco el llanto? ¿Cómo voy a apreciar la maravilla de la amistad si no conozco la desamistad?.
Cuando los seres humanos descubren que el aprendizaje está al servicio de la vida, se enamoran, se llenan de preguntas, se ponen luminosos. Pasa cuando lo que hablamos tiene que ver con sus dolores, con sus preguntas, con sus dudas; no es simplemente responder a algo concreto.
Julio Olalla |