Muchas veces cuando cometemos un error, nuestra primera reacción es enojarnos. Si no cumplimos con nuestras propias expectativas, nos enojamos. Si de pronto nos damos cuenta de que otro logro en poco tiempo lo que a nosotros nos viene llevando tanto tiempo, nos enojamos (qué tonto que soy) A veces nos enojamos levemente, y por segundos…
Los exámenes utilizados para determinar el Coeficiente Intelectual se enfocan exclusivamente en la inteligencia intelectual o académica, sin considerar para nada la inteligencia emocional. Sin embargo, el coeficiente de inteligencia emocional (ce) parece ser mucho más significativo que el CI para predecir el éxito y la satisfacción en la vida de una persona.
En los últimos años ha surgido con fuerza la Inteligencia Emocional como un tema transversal en la Psicología (Psicología de la Educación, Psicología de las Organizaciones, Psicología de la Emoción), si bien las popularizaciones que se han hecho del tema han impedido por el momento que el constructo surja de forma clara.
Sin ánimo de ser negativista, iniciemos con la presentación de un problema que además de actual, nos es propio y, por tanto, cada vez más inquietante: Más del 40% de los jóvenes que cursan los primeros semestres en las universidades, exponen que “escogieron mal la carrera”; de ellos el 15% aproximadamente desertan al final del primer año.
El término Inteligencia Emocional se refiere a la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. Inteligencia emocional no es ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas.
Hemos aprendido desde pequeños que el sentimentalismo (así se ha llamado al hábito de sentir a flor de piel las emociones y a mostrar en público esa forma de interpretar las vivencias) era propio de personas débiles, inmaduras, con déficit de autocontrol. Además, se ha extendido en nuestro imaginario colectivo el lugar común, machista como pocos, de que las emociones o -más aún- el llanto, pertenecen al ámbito de lo femenino. Sin embargo, todo evoluciona y va ganando terreno la convicción de que vivir las emociones es un elemento insustituible en la maduración personal y en el desarrollo de la inteligencia.
No someterlas a censura. Las emociones no son buenas o malas, salvo cuando por nuestra falta de habilidad hacen daño, a nosotros o a otras personas.
Permanecer atentos a las señales emocionales, tanto a nivel físico como psicológico.
Investigar cuáles son las situaciones que desencadenan esas emociones.
Designar de forma concreta los sentimientos y señalar las sensaciones que se reflejan en nuestro cuerpo, en lugar de hacer una descripción general ("estoy triste", "estoy nervioso"...)
El autocontrol es la "competencia emocional" que nos permite gestionar las
emociones y sentimientos y decidir cómo expresarlos. No es necesario
manifestar todas las emociones pero tampoco es necesario esconderlas o
negarlas.
Cada una de las 5 Habilidades Prácticas de la Inteligencia Emocional, fueron a su vez subdividas, por el Dr. Daniel Goleman, en diferentes competencias. Estas capacidades son:
Es importante reconocer las reacciones que nos provoca en el cuerpo cada una de las emociones, y también establecer su origen, pues como se verá a continuación, nos permiten reconocer los llamados 'secuestros del centro emocional' o 'estallidos emocionales'
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