Existen dos tipos de talento, el que el hombre consigue con su esfuerzo y el que Dios le concede. Con el primero, debes luchar mucho. Con el que te concede Dios, sólo tienes que retocarlo de vez en cuando.
Pearl Bailey
Uno de los muchos propósitos y beneficios del Coaching Ontológico es conectar a las personas con lo mejor de sí mismas, y descubrir –aunque a primera vista a veces algunas personas crean que no es así- el potencial que cada uno de nosotros guarda dentro de sí. Todos tenemos un talento especial –del mismo modo que todos tenemos capacidad para lograr lo que llamamos el éxito o el liderazgo. Sólo hace falta descubrirlo, muchas veces no logramos ver ese talento especial porque nos parece algo común, algo que consideramos la mayoría de las personas tiene.
Desde muchísimos puntos de vista reconocer tu propio don es muy importante:
Ser inteligente emocionalmente implica entre otras muchas cosas tener capacidad de reconocer tus dones y capacidades (así como tus limitaciones)
Si tienes capacidad de reconocer tu propia vida y tus espacios de fortaleza probablemente te sea más fácil ejercer tu liderazgo tanto para saber qué hacer tú y que delegar/tercerizar como para saber captan los talentos de aquellos que te rodean y canalizar el uso de esos talentos a logro común de resultados.
Como plantea Pearl Bailey, es más fácil que logres éxito si utilizas para ello el don que posees
Todos poseemos un don, cada uno de nosotros hace de un modo mejor y con más naturalidad que la mayoría. La mayoría de las personas que han alcanzado el éxito en su vida no han hecho sino perfeccionar su don ¿Cuál es el tuyo? ¿Cuál es el regalo que la vida/Dios te ha otorgado? ¿Cuál es el talento que te hace brillar? ¿Qué has hecho o haces con él? ¿Cómo contribuyes a hacer tu vida más fácil a partir de él? ¿Y cómo desde él contribuyes al mundo?
¿Me dices que no sabes cuál es tu don?... Bueno, te propongo un ejercicio que utilizamos en Life Coaching.
Te propongo que le hagas el siguiente cuestionario a tu gente conocida:
¿Cuál crees que es mi punto fuerte?
¿Cuál consideras que es mi don innato? ¿Qué es lo que hago naturalmente?
Si me hicieras una entrevista en la televisión ¿En qué programa me imaginas y qué consideras que dirían de mí?
¿En qué ocasiones consideras que expreso ese talento natural?
¿Me imaginas viviendo de él? ¿De qué modo?
Ahora te propongo que trabajes en incorporarlo más a tu vida. Que busques ver de qué modo tu don puede mejorar tu presente laboral. De qué modo le puedes dar más vida, para que él te la de a ti. Es tu regalo, trata de cuidarlo, si aprendes a cuidarlo en ti, tendrás la sabiduría de reconocerlo en otros y de enseñarle a los otros a hacer lo propio. Trabaja en reconocer tu propio valor, sólo tú puedes hacerlo. Hay algo en lo que brillas y que te hace distinto a todos nosotros.
Te copio un cuento que muy probablemente ya conoces:
El verdadero valor del anillo
Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más? El maestro, sin mirarlo, le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... - y haciendo una pausa agregó- Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
-Ehh... encantado, maestro- titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas. -Bien- asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete antes y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado- más de cien personas- y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. -Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo. -Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve amontar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo. -58 monedas??!- exclamó el joven.
-Si - replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente... el joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. -Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda
Ese ejercicio es bueno que lo utilices para que también tus hijos, amigos y otras personas lo hagan.
La finalidad de esta refleacción de hoy es no sólo que utilices tu don para crear la vida que quieres, sino que descubras que ese don es tu regalo y es una de las tantas cosas que te hace un ser bello y único.
Un cariño
Mil gracias por leerme
Cristina
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