“Tengo estrés”, señaló Carlos mientras se acomodaba en la silla, lo expreso en tono serio y se lo veía preocupado, “me lo dijo el médico”, continuó, “me mandó muchos estudios y dijo que debía tranquilizarme... me recomendó también que piense seriamente en cambiar de estilo de vida...” “Lo que sucede es que mi jefe es...”, “Lo que pasa es que mi pareja no hace...” “Si mis amigos fueran...” “Si mi sueldo fuera... Pero…¿Qué es el estrés?

“El estrés es una reacción del organismo que se produce cuando las demandas superan los recursos”

Carlos dijo que sabía “que en su vida muchas cosas no estaban funcionando bien”, que de un tiempo a esta parte “el estrés estaba complicando su vida en general”, junto con las cosas que para él eran tan importantes; familia, amigos trabajo, etc.

Lo que Carlos estaba viviendo “escondía” de alguna manera las raíces de lo que estaba apreciando, lo que percibía Carlos, tenía que ver con interpretar que las demandas que observaba, en diferentes ámbitos de su vida, superaban los recursos que Carlos cree poseer, generándole, (entre muchas otras cosas) miedo, inseguridad y angustia.

A simple vista, se vuelve evidente que un modo de manejar situaciones de estrés tiene que ver con modificar estos factores, me refiero a nuestras demandas y nuestros recursos, ¿de que manera? disminuyendo las demandas y/o incrementando estos recursos, y es que, en esta ecuación: demandas/recursos encontramos la clave para trabajar este tema.

Los seres humanos actuamos poniendo muchas veces las variables de cambio, de diversas situaciones, en el afuera, en el mundo, en lo externo, perdiendo el poder sobre cosas que nos son sumamente importantes

De esta manera vemos errores y problemas que requieren que lo externo cambie, otras personas, o las situaciones que nos tocaron. La mala noticia de esta actitud es que la personas no pueden hacer nada para mejorar su estrés, pues dependen de que el mundo, su bioquímica personal, junto con ciertos mecanismos defensivos, restablezcan su buen funcionamiento, pero esto no siempre es posible; la ciencia tiene sus limites y las circunstancias no siempre están bajo nuestro control.

En cambio, la conciencia que proponemos, la persona toma la situación que se ha presentado como un desafío que es necesario atravesar para alcanzar aquello que le interesa, (en el caso de Carlos, alcanzar el estilo de vida que eligió), la diferencia parece mínima, sin embargo implica un cambio de 180 grados respecto a las acciones y a las vivencias que experimenta, ya que mantiene el foco en lo que le importa en lugar de quedar empantanado en superar el problema, (los síntomas de estrés).

Sostenemos que lo peor que podemos hacer es dejar que el poder de cambio quede en manos de las circunstancias, de lo externo.

Desde este nuevo paradigma podemos desarrollar nuestros recursos, (aprendiendo otros e incorporándolos a nuestra vida), distinguiendo claramente nuestras demandas, de este modo ya no miramos el estrés como una amenaza, sino como una especie de combustible que puede contribuir a alcanzar altos niveles de efectividad y un cambio significativo en nuestra calidad de vida.

Un abrazo.

Cristina