Un día, una pequeña abertura apareció en un capullo; un hombre se sentó y observó por varias horas cómo la mariposa se esforzaba para que su cuerpo pasase a través de aquel pequeño agujero. Entonces, pareció que ella ya no lograba ningún progreso. Parecía que ella había ido lo más lejos que podía en su intento y no podía avanzar más.

Entonces el hombre decidió ayudar a la mariposa: tomó una tijera y cortó el resto del capullo. La mariposa entonces, salió fácilmente. Pero su cuerpo estaba atrofiado, era pequeño y tenía las alas aplastadas. El hombre continuó observándola porque él esperaba que, en cualquier momento, las alas de ella se abrieran y se agitaran para ser capaces de soportar el cuerpo, el que a su vez, iría tomando forma.

¡Nada ocurrió! En realidad, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo deforme y alas atrofiadas. Ella nunca fue capaz de volar. Lo que el hombre, en su gentileza y voluntad de ayudar no comprendía, era que el capullo apretado y el esfuerzo necesario para que la mariposa pasara a través de la pequeña abertura, era el modo por el cual el fluido del cuerpo de la mariposa llegaría a las alas, de tal forma que ella estaría pronta para volar una vez que estuviera libre del capullo.

Todas las cosas en la vida tienen un proceso, llevan un tiempo y necesitan una preparación. Cuando comencé a leer sobre libertad financiera y a estudiar y reflexionar acerca de mis acciones, me fue sencillo comprender que para lograr resultados sostenibles en el tiempo, necesitamos respetar los procesos.

Quizás te haya pasado, de haber ganado una suma importante de dinero, o haber sido tenido éxito económico en determinado momento y no haberlo sostenido en el tiempo. Y si miras hoy, a la distancia, te resulta sencillo ver que había aprendizajes que necesitabas tener que no habías logrado, era necesaria –por ejemplo- una estabilidad emocional y sobre todo un liderazgo emocional, que aún no habías logrado, o que había creencias que tenían que ser distintas –o ya no ser parte de tu vida- para que lo mejor tuviera lugar en tu realidad.

O quizás te sucedió que hiciste un cambio repentino y no pudiste mantenerlo.

Aunque no siempre es así, muchas veces, es más fácil conservar los cambios cuando hacemos cambios progresivos, cuando cambiar es un proceso, cuando damos tiempo a que ese cambio se haga parte nuestra, se incorpore dentro de nuestro estar siendo.

Y parte del proceso, implica muchas veces caernos o salirnos del foco. Lo importante es volver siempre a la senda por la que queremos caminar. No importa cuántas veces te desmorones, importa que te levantes cada una de esas veces.

Caerse es parte del aprender a caminar; del mismo modo que los errores son parte del aprendizaje. Lo único a tener en cuenta –ya lo sabes- es capitalizar cada experiencia, ver qué puedo aprender de ella…

Muchas veces, nos damos por vencidos sin esperar a que nuestros propios procesos (o los de otro) maduren, sin comprender que las cosas tienen un tiempo, que los cambios  implican un camino a recorrer, en el que no pocas veces, nos desviamos.

Quizás, comprendamos que la perseverancia y la paciencia son parte importante de lo que queremos lograr

Y  podamos ver que no interesa cuántas veces nos salgamos del camino, sino que lo que vale es nuestra capacidad de retomarlo, redescubrirlo y volver a elegirlo…

Gracias por leerme.
Un abrazo.

Cristina